Etnografía del municipio

CESTEROS, GARROTEROS Y ALBARQUEROS

Hasta hace 50 años la principal ocupación de los habitantes era la elaboración de albarcas y cestos.
Estos oficios estaban protegidos llegando a existir ordenanzas sobre el uso del bosque y forma de repoblarles, acotar zonas, etc. La materia prima principalmente eran las hayas y los robles del monte Montabliz que en las ordenanzas se llamaba Monte Ablez y donde se pernoctaba en las cabañas para preparar la madera.
En el caso de los cestos se utilizaba el avellano que también se empleaba en mangos de escoba y distintos utensilios de labranza provenientes del Monte Cotario. El avellano una vez cortado a la medida, según als necesidades, se calentaba al fuego y ya flexibles se abren al centro con un cuchillo. Con las costillas de 16 palos se hacía un manojo y se secaba. Luego ya en el banco de raer hacían tope con dos pinos de madera al tiempo que aprisionaba la costilla. Las más anchas y gruesas se utilizan para tejer el fondo del armazón vertical de los cestos y las más estrechas para enlazar.
Este ancestral trabajo artesanal de crear cestos y garrotes mediante el sistema de entretejer tiras de madera de avellano es una gran tradición en este municipio de Santiurde de Reniosa, algo casi exclusivo para los más diestros artesanos.
Comienza con la corta en el monte de las varas de avellano para extraer los palos en la parte gruesa y los “sacaloños” en la parte delgada y larga. Se atan en coloños con una vara fina de avellano muy retorcida que llaman velorto y así se bajaba a la casa.
El lugar de trabajo era el colesio en el colgadizo donde se cortaban los palos a la medida necesaria y se ponían a calentar en un fuego. Aún calientes, para aprovechar la flexibilidad conseguida, se abría al centro con un cuchillo al que se le golpeaba con un “majón”, que es un trozo de rama gruesa con un extremo más delgado que sirve de empuñadura. De cada mitad se sacaban tres o cuatro tablas y de cada tabla se obtenía cuatro tiras o costillas. Con las costillas de 16 palos se hacía un manojo que se ataba con una tira sacada del costado de una costilla; un procedimiento igual se seguía para atar las costillas sacadas de diez sacoloños.
Una vez finalizada la tarea de obtener las costillas, se procedía a refinarlas en el banco de raer; que no era sino un tablón con patas que llevaba encajado en un extremo un caballo  sobre el que gira, haciendo tope en dos pinos de madera, la tabla de raer, al tiempo que aprisiona la costilla que está trabajando. Para raer se utiliza la resoria que es una cuchilla con dos mango en los extremos. Para refinar las costillas más flexibles que se necesitan para rematar los cestos, se utiliza un trozo de cuero atado por encima de la rodilla sobre la cual se raspaba la costilla con un cuchillo.
Las costillas más anchas y gruesas se utlizaban para tejer el fondo y el armazón vertical de los cestos y garrotes; las más estrechas eran las que se entrelazaban. Para manejarlas se remojaban durante doce horas para que no se rompan al doblarlas.
Se cortan las costillas a la altura deseada y poniendo un carel – palo fino de avellano pelado y abierto al medio – colocando una mitad en el interior y otra por el exterior y cosiéndolas a las costillas con una tira muy fina, sin olvidarse de colocar y coser al mismo tiempo el asa hecha con una costilla fuerte.

Maderas de poco peso como el abedul, la alisa o el haya. La zuela sa forma a la albarca, es una herramienta con dos cortes. Con ella se preparan también los tres tacones para la albarca, dos de los cuales van delante. El artesano trabaja en potro donde encaja la albarca con una cuña y así poder barrenarla. El barreno se compones de dos orejas de forma redondeada que gira cada media vuelta a través de una varilla y un gusano que vacía la madera de la albarca. El acabado del vaciado se realiza con la legra de acero. La albarcas se pueden barnizar y luego tallar.

GANADERÍA

La actividad económica tradicional por excelencia en este municipio rural de Santiurde de Reinosa se concentraba en pequeñas explotaciones de apicultira, rebaños de ovejas, ganado caballar y en menor medida cabrío, todo ello habitual entr los vecinos que lo compaginan con trabajos en las grandes fábricas de la comarca.
Las especiales dimensiones del terreno muy montañoso y húmedo, hace que gran parte de su territorio sea de pastos de gran calidad que permite a los habitantes del municipio el mantenimiento de sus cabañas ganaderas.
Hace años existía una vaca autóctona de la comarca, la campurriana. Acabó desapareciendo por la pujanza de especies más aptas para el duro trabajo de monte como son las tudancas, y éstas a su vez ante razas foráneas de vas lecheras.
Efectivamente la tudanca es una especie que se adapta a todas las necesidades rurales, especialmente al trabajo sin carecer de cualidades para la carne y en menor medida para la leche. Labores que praticaban las tudancas eran las de arar, trillar, leña, transportes al mercado, etc.
Al menos una c´ria al año se vendía para la carne, que es muy apreciada.
El producto de la leche más destacado es la mantequilla y sobretodo el queso, recordando que en el siglo XIX existían fábricas en la zona. El queso se elaboraba añadiendo a la leche el cuajo, conservado en el estómago de un cordero lechal sacrificado. La masa cuajada se comprimía y exprimía a través de una tela de lino para separar la parte líquida llamada suero de la sólida. Luego se salaba y colocaba en moldes o en cazuelas ordinarias prensándolas bien. Cuando el queso presentaba una superficie un poco dura se sacaba y se ponía a curar sobre una tabla, en una alacena aireada.
La fabricación industrial de queso cobró especial relevancia en la segunda mitad del siglo XIX.
LA MIEL. APICULTURA
Otra tradicional actividad muy ligada al medio rural de la comarca. Elemento tradicional de la colmena eran los dujos que se construían con lso troncos de roble, olmo, frsno o haya. Se vacían con un barreno y la madreca. Con la azuela se labraba, a media altura, la piquera que sirve para que las abejas se posen a travás de agujeros practicados con un barreno. En la parte interna del dujo se colocaban dos palos cruzados llamados la cruz, para que las abejas puedan sujetar los panales. El dujo se asentaba sobre una losa y se cubría la boca superios con una tapa de madera sobre la que se colocaba una lancha.
Para recoger los enjambres que con la nueva cría salían de las colmenas, primero se procuraba que se posasen cerca para lo cual se producía ruido con campanos o haciendo sonar dos piedras o trozos de teja; posteriormente se colocaba encima del racimo de abejas un escriño rociado con aguamiel, denominado enjambradera. Cuando entraba el enjambre se le llevaba a un dujo vacío.

La operación de catar –extraer los panales- se realizaba generalmente entre las fechas comprendidas entre San Miguel (29 de septiembre) y todos los Santos. Con el dujo en posición horizontal, se hacía retroceder a las abejas con el humo producido al quemar paja, boñigas secas en un artilugio llamado soplete. Luego se cortaban los paneles y se extraían. Los panales se ponían a calentar en una caldera hasta su reblandimiento y escurrían la miel; los residuos de cera , llamados cerones o pellas, se depositaban en un caldero. Para limpiar la miel de impurezas se colaba, utilizando para ello una “calceta” de tela. Después se la guardaba en pucheros o en orzas de barro tapadas adecuadamente para su conservación. Hoy en día ha resurgido con fuerza la apicultura, se han formado cooperativas y se comercializa con éxito la miel de brezo, fuerte y de color oscuro, pero muy apreciada por los habitantes de la zona.       


Damián Cuevas Gómez colando miel




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